jueves, 20 de noviembre de 2014

Colorida claraboya

 Desde la circular claraboya se veía  aquella cala.

Cabría saber que aquella cala de la costa era tan cristalina que se podía contemplar incluso el color carmesí de la arena que rodeaba el continente.

Además, cada campo  cultivado parecía anclado en un cuadro campestre, aunque ciertamente se encontraba  en una ciudad colosal.
La mitad de aquella ciudad, apenas cubierta de casas y cantidades de cultivos de vegetales, frente a las inmensas construcciones y sus playas contaminadas llenas de suciedad,  en ese momento se contrarrestaba la ciudad campestre con la ciudad contaminada.

La ciudad campestre continuaba convirtiéndose en un lugar de fantasía  mientras que la ciudad iba desapareciendo  ciclo por ciclo.